Casa Claret 2014 - 4 de Agosto de 2015

    Hoje, o dia foi recheado de emoções. Começamos por ir visitar a casa dos Missionários Claretianos em São Tomé, onde fomos recebidos pelo grande Pde. Domingos e pelo Pde. Miguel. Nestas situações, é importante perceber qual o papel da congregação aqui.

    Após esta visita de médico, deslocamo-nos até ao Centro Comunitário de Santo António, para conhecer o projeto. É incrível como, ao fim de dois anos, o local continua igual e com as mesmas carências. Contudo, a equipa mantém-se forte e a lutar pelo projeto. Neste centro comunitário fazem-se e servem-se refeições quentes aos mais pobres. A Irmã que o gere surpreendeu-me, pois estava perfeitamente consciente de que tinha falta de materiais e de apoio monetário, uma vez que o governo do país não apoia ninguém. No entanto, mantinha uma enorme fé e esperança no facto do projeto ir melhorar. É incrível como no meio do nada estas pessoas encontram Deus na sua vida! São pessoas pobres, mas com uma visão aberta na fé.
    Já após o almoço, fomos visitar a Roça Laura, onde vamos trabalhar durante o mês. Ao entrar na roça, os miúdos começaram a correr atrás da carrinha e a gritar "Branco, branco!". Apenas esbocei um sorriso e disse "Este é o espírito da roça!" Após isso, cantaram-nos uma canção de boas vindas e apressaram-se a querer saber os nossos nomes. Foi neste momento que tivemos o primeiro choque: uma das miúdas teve um ataque epilético. Fiquei petrificada! Como enfermeira sabia que não a devia agarrar, mas senti-me impotente. A imagem daquela miúda a cair no chão é algo que não me vou esquecer.
    Rapidamente, entre cânticos e jogos, a alegria se espalhou por todos e o ambiente era de festa. Mais uma vez, vimos adultos (mães) a divertirem-se connosco, o que demonstra as carências que têm. Foi, sem dúvida, um momento gratificante e feliz, onde conseguimos combater a vergonha e o medo em gargalhadas e sorrisos.
    Já no final da tarde, enquanto esperávamos pela nossa vez para os banhos, sentamo-nos ao pé da nossa casa, a conhecer os pequeninos que por aqui andavam. Comecei por meter conversa com a Chinesa, a Daniela e a Cotídia, que têm 4-5 anos. O simples gesto das cócegas fez-las felizes durante imenso tempo e confesso que a mim também. Entre abraços e abraços de grupo, os sorrisos eram genuínos e os laços surgiam naturalmente. Passamos cerca de uma hora e meia na brincadeira com eles, onde o número de miúdos ia aumentando. Entre isso, experimentei o carrinho de rolamentos, isto é, o gualala. Adorei! Andei com o Dionísio, e o Tiago também. Mais um sonho realizado! Foi sem dúvida o melhor do dia: o fim de tarde com os pequenos da Trindade.
    Por fim, à noite, o Dionísio fez-me uma surpresa: coco! Fiquei mesmo feliz! O meu pequenino lembrou-se de mim!



    Hoy ha sido un día lleno de emociones. Empezamos visitando la casa de los Misioneros Claretianos en San Tomé, donde nos recibieron el Padre Domingos y  el Padre Miguel. En situaciones como la nuestra, es muy importante saber cuál es la función de la congregación aquí.
    Después de la visita, fuimos hasta el Centro Comunitario de Santo António, para conocer su proyecto. Es increíble como, pasados dos años, el lugar continúa igual y las carencias son las mismas. A pesar de eso, el equipo continúa fuerte y luchando por este proyecto, donde se hace y se ofrece comida caliente a los más pobres. La Hermana que es responsable  del proyecto me sorprendió, pues era perfectamente consciente de que necesitaba materiales y apoyo económico, pues su gobierno no apoya nada ni nadie. De la misma manera, tenía una fe y esperanza muy grandes en la mejoría del proyecto. ¡Es increíble como en  medio de la nada las personas encuentran a Dios en su vida! Personas pobres pero personas con una visión abierta de la fe.
    Ya después de comer fuimos a visitar la Roça Laura, donde vamos a trabajar durante este mes. Llegados a la roça (lugar, los niños empezaron a correr detrás del coche y a gritar: ¡"Blanco, blanco!" Solo sonreí y dije: "Este es el espíritu de la roça!" Cantaron para nosotros una canción de "bien venidos" y preguntaron nuestros nombres. Fue ahí donde tuvimos nuestro primer choque: una chica con un ataque epiléptico. ¡Me quede petrificada! Como enfermera yo sabía que no debía agarrar a la chica, pero me sentí impotente. Aquella imagen de la chica cayendo al suelo es algo que no voy a olvidar.
    Rápidamente, con cánticos y juegos, la alegría estaba por todas  partes y estábamos en un ambiente de fiesta. Una vez más, estaban los adultos (las madres) jugando con nosotros, demostrando que hay carencias afectivas muy grandes. Sin duda  fue un momento rico y feliz, donde vencimos la vergüenza y el miedo con risas y sonrisas.
    Para terminar la tarde, mientras los chicos se duchaban, nos sentamos en la calle, cerca de nuestra casa, para conocer a los niños de Trindade. Empecé a hablar con Chinesa, Daniela y Cotídia, de 4 y 5 años. El gesto sencillo de hacer cosquillas dejó feliz aquellas niñas y sinceramente a mí también. Entre abrazos y abrazos de grupo, las sonrisas eran naturales y las relaciones nacían genuinamente. Una hora y media fue el tiempo en que estuvimos así con ellos y el número de pequeños aumentaba minuto a minuto. Fue ahí cuando conseguí experimentar el gualala. ¡Lo adoro! Anduve en el gualala con Dionísio, y Tiago también. ¡Un sueño más conseguido! Fue sin duda el mejor momento del día: terminar la tarde con los niños de Trindade.
    Para terminar, por la noche, Dionísio me hizó una sorpresa: ¡coco! ¡Me quedé muy muy feliz! ¡Mi pequeño se acordó de mí!

Comentários