Casa Claret 2014 - 2 de Agosto de 2014

(1h26)

    Sentada no chão do aeroporto, faço a retrospetiva do meu dia. Logo pela manhã, despedir das pessoas que amamos. Por muito que saibas que é apenas um mês, são inevitáveis os sentimentos de saudade e medo que te invadem.
Saudade dos que ficam, dos que nos apoiam incondicionalmente e que sofrem com a nossa partida. E medo...medo do que virá, medo o que pode acontecer. As lágrimas correm pela face quando caímos nos braços daqueles que amamos.
    No dia da partida, as horas custam a passar. É a ânsia de voltar. O até já prometido há 2 anos está agora a escassas horas de distância. Será que o cheiro de África se mantém? E os risos e olhares espalhados pelas estradas?
    À minha volta, sentados no solo de um aeroporto que assiste a tantas despedidas sentidas e reencontros sinceros, estão tantos jovens que partem também de coração aberto para ajudar quem mais precisa.
    É incrível como, no seio de uma sociedade envolta em guerras e corrupção, há muitos que, como eu, deixam tudo para trás e mergulham no desconhecido, tendo como único objetivo tornar o mundo um pouco melhor. Para trás, fica o conforto das nossas casas, a proteção das nossas famílias e a segurança do nosso quotidiano.
    Contudo, nos rostos do grupo, vêem-se sorrisos puros, ouvem-se gargalhadas honestas e tentativas de conseguir o sotaque do país sonhado: São Tomé e Príncipe. Agora, a entrar no avião, resta pedir a Deus que nos guie e acompanhe na aventura das nossas vidas. Como alguém disse hoje, é partir com a certeza de que vamos fazer o melhor para aqueles que anseiam por nós.



(21h)

    E cá estou eu, de pés bem assentes na ilha. Aquela que será a minha casa durante o próximo mês. Após um voo atrasado e recheado de sono e fotografias, o avião aterrou em São Tomé. Ao sair do avião, sente-se o bafo quente de um clima tropical e o cheiro inconfundível da ilha que tão bem nos acolhe e alimenta interiormente. Ao pisar o solo santomense todas as minhas dúvidas de dissiparam: não podia estar noutro lugar no mundo que não este, neste momento!
    O aeroporto está bastante melhor e as estradas melhoraram. Fico feliz por ver mudanças positivas no espaço de 2 anos. Ver de novo os sorrisos, a alegria das crianças a brincar na rua, a serenidade do povo nas suas rotinas, ao estilo leve-leve (se podes fazer amanhã, para quê fazer hoje?). Ver os caminhos já conhecidos para a casa Claret, a nossa casa, aumentava a ânsia do verdadeiro aterrar. Chegar e ver rostos conhecidos é muito bom! Ver os pequeninos a correr para mim e lembrarem-se do meu nome. Ver e abraçar pessoas que se tornaram amigas é muito bom.
    Escutar o silêncio e caminhar pela paz desta terra são dons e presentes que agradeço a Deus. Agora resta reestabelecer o organismo porque a missão mal começou!




(1h26)


    Sentada en el suelo del aeropuerto, hago la retrospectiva de mi día. Por la mañana, despedirnos de aquellos que queremos. Por muy consciente que estés que será solamente un mes, es inevitable empezar a echar de menos y sentir miedo. Echar de menos a aquellos que se quedan, a los que nos apoyan incondicionalmente y a los que sufren con nuestra partida. Y miedo...miedo de lo que está por venir, miedo de lo que pueda pasar. Van cayendo las lágrimas por el rostro mientras somos abrazados por aquellos a los que amamos.

En el día de la partida, las horas parecen más largas. Es el ansia de volver. El hasta ya prometido está a pocas horas de distancia. ¿Será el olor de África lo mismo? ¿Serán las mismas risas y miradas por la carretera?
En mí alrededor, sentados en el suelo de un aeropuerto que es escenario de tantas despedidas sentidas y reencuentros sinceros, están muchos jóvenes que parten también con un corazón abierto para ayudar a quien más necesita. 
Es increíble como, en una sociedad repleta de guerras y corrupción, son muchos aquellos que, como yo, dejan todo e inmergen en el desconocido, siendo el único objetivo hacer el mundo un lugar mejor. Detrás queda la comodidad de nuestras casas, la protección de nuestras familias y la seguridad de nuestro cuotidiano.
Y, a pesar de todo eso, en los rostros del grupo puedes contemplar sonrisas puras, escuchar risas sinceras y algunas tentativas de aprender el acento del país de nuestros sueños: San Tomé y Príncipe. Ahora, entrando en el avión, solo queda pedir a Dios que sea nuestro guía y compañero en la aventura de nuestras vidas. Como alguien me dijo hoy, es partir con la seguridad de que vamos a hacer lo mejor por aquellos que nos esperan.

(21h)

    Y aquí estoy yo, con los pies bien puestos en la isla. Aquella que será mi casa en el próximo mes. Después de un vuelo retrasado, llena de sueño y fotografías, el avión aterriza en São Tomé. En la salida, se siente la brisa caliente de un clima tropical y el olor inconfundible de la isla que tan bien nos acoge y alimenta interiormente. Pisando el suelo santomense, todas mis dudas se desvanecieron: no podría estar en un otro lugar en el mundo que no sea este ¡en este momento! 
El aeropuerto está mucho mejor y las carreteras también. Estoy feliz por ver cambios positivos despues de dos años. Ver de nuevo las sonrisas, la alegría de los niños por la carretera, la serenidad del pueblo en su cuotidiano estilo de "leve-leve" (¡si lo puedes hacer mañana!, ¿para qué lo vas a hacer hoy?). Ver los caminos conocidos hasta la Casa Claret, nuestra casa, aumentaba más y más el ansia del verdadero aterrizar. ¡Llegar y ver rostros conocidos es muy bueno! Ver los niños a correr hacia mí mientras dicen mi nombre es indescriptible. Ver y abrazar personas que ya son amigas es una maravilla. 
Escuchar el silencio y caminar por la paz de esta tierra son dones y regalos por los que doy gracias a Dios. ¡Ahora, solo queda reponer el organismo porque la misión acaba de empezar!

Comentários

  1. "es inevitable empezar a echar de menos y sentir miedo". Tan corta es la frase pero denso es su contenido.

    ResponderEliminar

Enviar um comentário